Un camino hacia la transformación
del Sistema Tributario
Por Jorge Luis Martínez Bonilla
Jefe de la Unidad de Educación Fiscal
 
 
   
Los ingresos y los gastos constituyen las dos vertientes que conforman la política fiscal de un país, misma que busca allegar recursos al Estado y que son muy necesarios no solo para su funcionamiento sino para soportar el gasto e inversión pública que provea bienestar a la sociedad en su conjunto.
 
Por ello, no cabe duda que la forma en que el Estado obtiene sus recursos por la vía de la recaudación requiere una particular atención, puesto que también se convierte en un vehículo que contribuye a corregir distorsiones e inequidades que pudieran existir en el sistema económico. Esto plantea una serie de requisitos a saber, entre ellos: que el sistema tributario posea un carácter progresivo donde se pueda garantizar que todas las personas contribuyan en atención a su capacidad económica, que se otorgue en forma gradual un mayor peso a la imposición directa y una minoración de la imposición indirecta, gravando de forma suficiente las rentas provenientes del capital y patrimonio.
 
Por otra parte, a través del gasto o inversión pública, se materializa la financiación de las políticas y/o programas sociales que buscan brindar servicios públicos de calidad, paliar la situación de las personas con menor capacidad económica  y generar mayores oportunidades, lo cual requiere que el sistema posea el atributo de suficiencia siendo capaz de garantizar la estabilidad y consecución de los fines asociados al bienestar antes referido. No obstante, de este escenario no puede estar ausente la cultura del no pago e insolidaridad fiscal, misma que se manifiesta en variadas formas y conductas de corte evasivo y elusivo, que erosionan la posibilidad de que se obtengan los recursos que demanda el presente y futuro de cada país.
 
En ocasiones, ante la crisis de financiación que un Estado puede tener, en lo relativo al gasto se adoptan políticas de austeridad y por el lado de los ingresos una alternativa que parece más accesible, es la aplicación de medidas de carácter regresivo, apostándole a la imposición indirecta e incluso debilitando la tributación que recae sobre la Renta y el Patrimonio, alternativa que es apetecida por aquellos contribuyentes insolidarios que no están dispuestos a asumir el impacto de un impuesto directo sino que prefieren que el peso de dicha financiación se deposite en la imposición al consumo, volviendo aún más compleja la situación económica  de la colectividad que posee menor capacidad económica y que entre otras cosas ve deteriorada su capacidad adquisitiva, más improbable su posibilidad de ahorro y más lejano un mejor nivel de vida. Ahora bien, si a lo antes detallado se agrega el hecho de que las empresas mutan adoptando figuras y esquemas de planificación fiscal agresiva, esto trae como consecuencia mayores niveles de elusión y evasión fiscal.
 
En consideración a lo anterior, se vuelve necesaria la adopción de una serie de acciones que conlleven a la progresividad en comento a través del impulso a reformas tributarias sustanciales, adecuación de los esquemas organizacionales acordes al desafío de los nuevos tiempos, creación de unidades estratégicas que abandonen esquemas tradicionales, fortalecimiento de las competencias del personal que integra las Administraciones Tributarias, una lucha decidida contra la evasión y elusión fiscal y el involucramiento activo y consciente de la ciudadanía, que también debe ejercer escrutinio permanente sobre el actuar tanto de los contribuyentes como de las instituciones, derivándose de ello una nueva cultura fiscal
 
En consecuencia, se vuelve imperativa la adopción de acciones esenciales que marquen la ruta a seguir para estar en presencia de un sistema tributario diferente, entre ellas:
 
1. Las Administraciones Tributarias deben revisar la idoneidad de su estructura organizacional y llevar a cabo las adecuaciones pertinentes,  poseer mayores y mejores recursos humanos (técnicos), cuyas capacidades y competencias se hagan acompañar del soporte tecnológico idóneo para enfrentar con solvencia el fraude fiscal y además llevar a cabo sus acciones de índole orientadora, facilitadora, preventiva y correctiva.
 
2. El sistema tributario debe transitar hacia una progresividad, imprimiendo mayor peso a la imposición directa frente a la indirecta; equiparar la tasa efectiva de tributación de las rentas del trabajo con las provenientes de la actividad empresarial y del capital, limitar las deducciones contenidas en el Impuesto sobre la Renta; revisar y medir los beneficios y el gasto que representan para un Estado los incentivos fiscales, pasar de un esquema de Renta territorial o de la fuente a uno de renta mundial, y elevar la carga tributaria basado en la eficiencia administrativa y el máximo aprovechamiento de la legislación vigente.
 
3. Diseñar mecanismos y/o perfeccionar los que ya se poseen para volver más transparente  la información y actividades de las empresas en materia fiscal, considerando entre otras las medidas aplicables del plan de acción para evitar la erosión a las bases imponibles y el traslado de beneficios hacia el exterior, mejor conocido como BEPS.
 
4. Realizar un esfuerzo agresivo en materia de educación fiscal, teniendo presente que el fortalecimiento institucional de las Administraciones Tributarias y la ampliación de las bases impositivas deben hacerse acompañar de esfuerzos que eleven la calidad de los servicios públicos, pero también de iniciativas que mejoren la moral fiscal a través de la educación de los ciudadanos.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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